¡Buenos días!

Hemos vuelto luego de la breve pausa que nos regaló esta Semana Santa. Por aquí he aprovechado para pasar tiempo en el campo, pero también con la familia. Espero que tú, también hayas aprovechado para descansar porque la newsletter de hoy vuelve como Campos del Abuelo esta semana: ¡con todo! 

A partir de hoy ya estamos montando pedidos nuevamente, así que puedes reservar tu cosecha ahora mismo. 

De lo que hoy quiero hablarte, es de un producto noble que cultivamos en la huerta. Para mi, es un compañero de todas las comidas y un infaltable dentro de la compra, es esa pequeña bomba de sabor que necesitas siempre, por eso te digo que es un verdadero rey. ¿Adivinaste de qué te estoy hablando?

Estoy hablando del noble y querido ajo 🧄👑. En Campos del Abuelo, tenemos dos tipos de ajos disponibles, el morado y el negro. Hoy quiero contarte sobre ambos, así que vamos que no quiero adelantarte nada más. 

Eso sí, cumplo con contarte, los que nosotros tenemos los cultiva Jesús, nuestro compañero agricultor. Y los cultiva como se hace desde hace generaciones: con cabeza, paciencia y mucho respeto por la tierra. Aquí no hay prisas ni atajos, y eso se nota. Porque cuando trabajas con técnicas ancestrales como las que aplica Jesús, lo que obtienes es un sabor auténtico y una calidad que no tiene rival.

Empezamos por el ajo morado, el clásico que veis allí arriba. Con su piel de un tono morado intenso, este es el ajo que todos conocemos, con un sabor potente pero equilibrado, ideal para dar ese punto justo en sofritos, asados o incluso crudo si eres valiente. Es una variedad muy resistente, y justamente por eso es la mejor candidata para producir algo más nuevo (y cada vez más codiciado): el ajo negro.

Ahora bien, atención. El ajo negro no es una variedad distinta, sino el resultado de un proceso natural tan sorprendente como elegante. Se elabora a partir de ajos morados, que se colocan cuidadosamente en cámaras donde se controla de manera precisa la temperatura (hasta 70°C) y la humedad (alrededor del 80%) durante varias semanas. Entre 60 y 90 días, ni más ni menos. 

Míralo nada más como queda:

Jesús lo hace como se ha hecho siempre, sin aditivos, solo con tiempo, calor y humedad. Esto, me enteré hace poco, es lo que se conoce como una reacción de Maillard, un proceso natural que transforma los azúcares y aminoácidos del ajo, dándole su color negro, una textura suave y un sabor dulce que recuerda a los higos o a las pasas.

Lo curioso es que en el ajo negro no pica, no repite, y no deja mal aliento. Eso sí, su sabor es distinto: más suave, afrutado, ligeramente ácido y muy sabroso. Es perfecto para acompañar carnes, pescados, o simplemente untar en una tostada. 

¿Algo curioso? No han sido pocos los clientes que se han llevado un susto con el ajo negro por pensar que ha ido en mal estado, porque lo cierto es que se ve muy diferente al morado. Pero una vez que les comentamos que es así, quedan encantados. Por eso, es importante que recuerdes que siempre estamos aquí para resolver las dudas que tengas.

Volviendo al manjar negro. Es un lujo que sale directamente de nuestra tierra, sin necesidad de importar nada de fuera.

Pero eso sí, el ajo morado sigue siendo una maravilla. Tiene su lugar, su sabor y su historia. Casi podríamos decir que el ajo morado es el trabajador incansable de la cocina, y el ajo negro, su versión refinada de domingo.

Y lo mejor de todo es saber que detrás de ambos hay alguien como Jesús, que sigue sembrando y recogiendo con las técnicas de sus ancestros, cuidando lo que importa y dándole el valor que se merece. 

Cuando comes uno de sus ajos, no solo pruebas un producto de calidad, también estás apoyando una manera de hacer las cosas que está desapareciendo, pero que todavía, por suerte, algunos seguimos manteniendo viva 🌱.

Gracias por estar del otro lado, hasta la semana que viene.

¡Un fuerte abrazo!

Agricultor

Marketing Campos Del Abuelo