¡Buenos días!
¡Sorpresa!
Sé que hay costumbre que os escriba los jueves, pero como el viernes es festivo y mañana aprovecharé para pasármelo en el campo, esta newsletter de jueves será, por esta vez, una newsletter de miércoles.
Ha sido un año atípico, ¿verdad? En el campo estamos acostumbrados a enfrentarnos a todo tipo de desafíos, pero este 2024... uff, nos ha tocado lidiar con más de uno.
Hace unos meses, hacia mediados de año, en una de las visitas que hice al campo de mi colega agricultor Vicent, hablamos de dos temas que me apasionan: uno, cómo no, la agricultura y nuestro trabajo con la tierra. Y el otro, la patata.
Vicent lleva más de 40 años trabajando el campo, una tradición que heredó de su familia: su bisabuelo ya cultivaba estas tierras, después su padre, y ahora él.
Algo bastante parecido a mi historia. ¿Te he contado alguna vez que, antes de dedicarnos a las naranjas, en los campos de mi familia se cultivaba arroz? 🤔 Así es, pero déjame primero contarte lo que charlamos sobre ser agricultores.
Con esto de que se termina el año, me he puesto a recordar aquella tarde bajo el sol de la Huerta de Valencia.
El amor por la tierra es algo que se hereda. Es difícil elegir este camino sin sentir una conexión profunda, porque, como siempre te digo, es una vida dura.
Esa tarde, Vicent me confesó una de sus preocupaciones: no tener a quién transmitir esta pasión por el campo.
Y ¿sabes qué? No es algo que solo le preocupe a él. Muchos de mis colegas agricultores sienten lo mismo: cada vez hay menos jóvenes interesados en continuar con el trabajo agrícola.
Es una pena, sobre todo porque estamos hablando de algo tan esencial como cultivar nuestros alimentos.
Por eso es tan importante que sigamos apoyándonos entre agricultores para salir adelante.
Ah, y volviendo a lo que te decía antes... sí, en mis campos antes se cultivaba arroz.
Mis bisabuelos ya tenían estas tierras a principios del siglo XX. Aquí, al tener tanto zonas bajas como de montaña, primero plantaban arroz en la parte baja, que era muy fértil y daba grandes cosechas.
En las zonas más altas había olivos, pero con el tiempo idearon un sistema para subir el agua con antiguos motores y empezaron a plantar naranjos.
Los naranjos fueron ganando terreno poco a poco, y ahora el paisaje está lleno de ellos y de caquis. Y, de hecho, estoy pensando en incorporar otro cultivo. Hemos plantado unos árboles hace poco, pero de eso te hablaré en otra ocasión.
El tiempo lo cambia todo, tanto aquí como en cualquier lugar. Esperemos que también nos ayude a que cada vez seamos más los que apostamos por preservar lo mejor del campo español.
Por hoy me despido, no sin antes recomendarte este artículo sobre la patata. Porque, aunque ahora sea habitual en nuestros platos, llegó desde muy lejos y vivió miles de aventuras para llegar a convertirse en una infaltable en nuestra cocina.
Hasta la semana que viene,
¡Un fuerte abrazo!