¡Muy buenos días!
¿Cómo llevas el verano? Por aquí en Valencia estamos atravesando esa etapa que en el campo conocemos muy bien: el parón obligatorio de agosto.
No, no es que nos vayamos todos a la playa con sombrilla y bocadillo de tortilla (aunque ganas no faltan), es que literalmente no se puede trabajar a ciertas horas. A partir de las 11 de la mañana, el campo se convierte en una tostadora gigante donde ni las lagartijas se atreven a salir.
Pero incluso en pleno horno valenciano, el trabajo no para del todo. En agosto, ser agricultor es como ser ninja: madrugar, hacer lo justo antes de que el sol apriete, y luego desaparecer.
Te cuento un poco lo que estamos haciendo (y lo que no podemos hacer) con nuestros árboles de naranjas, caquis y aguacates, que también están intentando sobrevivir a este calorazo.
Vamos por partes.
Los naranjos en esta época están en pleno crecimiento de fruto. Aún faltan meses para la cosecha de invierno, pero agosto es crítico: si les falta agua o si el árbol sufre, la naranja puede caer o no engordar bien.
Por eso, las tareas que hacemos son pocas pero muy importantes: revisar que el riego funcione como un reloj suizo —goteo bien fino, a primera hora del día— y observar los árboles para detectar señales de estrés hídrico o asfixia. Nada de podas ni movimientos bruscos. Si en agosto tocas el naranjo más de la cuenta, te mira como diciendo: “ya si eso, hablamos en septiembre”.
Con los caquis pasa algo curioso. A diferencia de los naranjos, estos ya tienen bastante fruta colgada, y el árbol está en modo: “vale, ¿cuántos hijos puedo alimentar?”. Así que parte del trabajo es aclarar (esto te lo he contado en otra ocasión, es quitar algunos frutos pequeños para que los que quedan crezcan sanos y hermosos).
Pero claro, esto se hace a primera hora o nos derretimos todos. Y una vez aclarado, lo mejor que puedes hacer es marcharte a la sombra y dejar al árbol hacer lo suyo.
Y llegamos al más “delicado” de todos: el aguacate. Este, aunque viene de climas cálidos, es un poco dramático con el calor seco. Sus raíces son muy superficiales y cualquier descuido con el riego, ¡zas!, se resiente.
En agosto los tratamos con guantes de seda: riego fraccionado en múltiples veces al día (porque si le das todo de golpe, te sales del club), mulching para proteger las raíces del calor y nada de molestarles.
Como mucho, les canto algo de Camarón cuando paso al lado, a ver si se animan...
Otro punto importante en verano es no hacer trasplantes ni injertos. Si estás pensando en injertar un árbol, mejor espera al otoño o a la primavera. En pleno agosto eso sería como operarse del apéndice en medio del desierto sin anestesia.
Como ves, incluso cuando parece que no se hace nada, en agosto trabajamos con otro ritmo: el del calor, el del cuidado. Escuchamos al campo. No todo va de currar a saco; también hay mucho de observar, de no estorbar, de acompañar.
Como hacemos con nuestro aguacateros en crecimiento:
Gracias por seguir apoyándonos y por esperarnos hasta la próxima temporada.
Que tú compres nuestras frutas directamente a los que las cultivamos hace que este trabajo tenga sentido, incluso cuando el sol está en plan “microondas en modo grill”.
¡Un abrazo fuerte y hasta la próxima semana,
desde los campos (achicharrados) del Abuelo!