¡Buenos días desde los campos soleados de Valencia!
Hoy te traigo una reflexión que empezó con una cereza (literalmente) y terminó en una crisis existencial… o mejor dicho, alimentaria.
Resulta que el otro día, mientras estaba cosechando con Alex entre cerezo y cerezo (con tanto mimo que alguna rama ya me da los buenos días por mi nombre), me vino a la cabeza una pregunta: ¿Comemos cerezas porque son buenas para la salud o simplemente por costumbre?
Empecemos por lo evidente. Las cerezas en España tienen ese aire de tradición veraniega, de postre que se come a puñados recién salido del frigorífico, en reuniones familiares o de fiesta mayor... pero muy poca gente parece saber realmente lo que se está comiendo.
{nombre}, antes de ir a por ello, te recuerdo que seguimos cosechando ciruelos oro de montaña, melocotones, melones piel de sapo y más de veinte productos de temporada.
Puedes montar una caja como esta que preparamos aquí y recibirla en tu casa con productos recién cosechados:
Ahora sí, volvamos a las cerezas. A ver si me explico.
Por ejemplo: ¿sabías que las cerezas contienen melatonina? Sí, sí, esa misma que está presente en los suplementos para dormir mejor. La melatonina es la hormona que regula nuestros ciclos de sueño, y aunque las cerezas tienen menos cantidad que una pastilla de esas que venden en la farmacia, son una de las pocas frutas que la contienen de forma natural.
Además, son ricas en antioxidantes, ayudan a la recuperación muscular y tienen propiedades antiinflamatorias. Vamos, que un puñado de cerezas al día puede ayudarte a dormir mejor, reducir agujetas y encima proteger tu corazón. Casi nada...
Lo que me llama la atención es que no muchas personas asocian las cerezas con un beneficio real para la salud. Se consumen principalmente porque están buenas o porque siempre se han comido en estas fechas.
Y no es solo con las cerezas, sino con muchas frutas y verduras que producimos aquí en el campo.
Pero aquí llega el plot twist, como dicen ahora.
Nuestro estilo de vida está cambiando, y no precisamente para bien si hablamos de frutas y verduras. Lo que veo, {nombre}, es que hay personas que cada vez cocinan menos, o que quieren tener algo listo en tres minutos.
Y esto mismo lleva a que se consuman menos frutas y verduras reales, de las que se cultivan, se cosechan y llegan a tu casa directo desde el campo. Vamos, que en el súper me he cruzado con unas pobres lechugas dentro de bolsas que madre mía...
La fruta sana y recién recolectada se ve así:
Así que, hecha la reflexión, aquí va mi propuesta: revisemos nuestras costumbres y comencemos a comer cerezas no solo porque estén buenas (que lo están), sino también porque son una de las frutas más completas que tenemos. Pura farmacia natural.
Eso sí, si eres de los que consumen fruta y verdura y sabes qué aportan a tu cuerpo y es algo habitual... Me encantaría que me lo cuentes. Porque sé que también están los que, como yo, saben lo mucho que el cuerpo necesita vitamina C y se hacen con un buen zumo de naranja para estar sanos.
Nosotros seguiremos desde el campo, recogiendo fruta con sabor y propósito. Intentando que cada caja que te llegue no solo esté buena, sino que también te haga bien.
Cuando te comas la próxima cereza, piensa que además de sabor, te estás llevando una pequeña dosis de sueño reparador. Como diría mi abuela: más natural, imposible.
Un fuerte abrazo desde el campo,
Hasta la semana que viene,