¡Hola hola!
¿A ti también te pasa que con este calor la jornada parece durar el doble? 🌞
Por aquí en los campos de Valencia, cuando el sol pega fuerte, las tareas del campo (sobre las que te conté la semana anterior) se hacen en modo “slow”. No porque tengamos espíritu tropical, sino porque entre la insolación y el sudor, trabajar en las horas centrales del día solo lo aguantan los lagartos y los muy valientes… ¡Y nosotros ya no estamos para experimentos!
Eso sí, como buenos agricultores, aprovechamos el parón para seguir aprendiendo. Y es que hoy quiero compartirte una historia que a mí personalmente me dejó boquiabierto la primera vez que la leí.
Te hablo de cómo, gracias a un farmacéutico francés, hoy tenemos la patata tan presente en las cocinas de toda Europa.
Si no fuera por Antoine Augustin de Parmentier, en vez de puré o tortilla española, estaríamos comiendo... ¿nabos? ¿peladuras de remolacha? ¿aire con esperanza?
Resulta que este hombre, allá por el siglo XVIII, fue capturado durante la guerra y preso en Prusia. Allí, para salvarse del hambre, se alimentó básicamente con patatas.
Y al volver a Francia se propuso convencer a todo el país de que la patata era cosa seria. No solo lo había salvado del hambre, sino que era una delicia.
Lo gracioso del asunto es cómo lo hizo. Usando psicología inversa a lo bestia: plantó patatas en unos campos de París, los rodeó de guardias armados… ¡pero solo durante el día! Por la noche los campos quedaban “sin vigilancia”… y así, claro, la gente se volvió loca robando patatas para probar ese custodiado tesoro.
Con el tiempo, entre banquetes para ricos con menús de 20 platos llenos de patatas y estudios científicos demostrando que no daban lepra (sí, la gente pensaba eso), consiguió lo impensable: que Francia —y luego media Europa— se rindiera ante el tubérculo.
Y lo mejor: ahora resulta que la patata es uno de los cultivos más importantes del mundo.
En Campos del Abuelo, las patatas Vivaldi que tenemos, las cultiva mi compañero agricultor Vicent en la huerta de Valencia.
Bueno, aquí estamos con coliflores 🤣, pero estos somos Vicent y yo en sus campos:
Esta historia de la patata tiene más intrigas que una serie de Netflix y más impacto agrícola que la lluvia en agosto. Si te ha picado la curiosidad —y reconocelo, un poco sí— te invito a que leas el relato completo en nuestro blog.
Prometo que no te aburrirá, y oye, entre tanta ola de calor, es un buen momento para disfrutar de una lectura con aire acondicionado (o ventilador a todo trapo).
Es verano, los árboles bajan el ritmo y nosotros también. Pero el conocimiento, ese no se detiene… sobre todo si viene con historias tan buenas como la de la patata salvadora.
Puedes conocer mucho más sobre la patata (aunque también podemos llamarle la mejor amiga de Parmentier), en este artículo de nuestro blog.
¡Un fuerte abrazo desde los campos de siempre! Nos seguimos leyendo 😉
Hasta la semana que viene.